La transición eléctrica: Seat exige más ayudas en España mientras Reino Unido prepara un impuesto por milla
La industria de la automoción europea se enfrenta a una transformación urgente y costosa hacia el vehículo eléctrico, un camino que está generando tensiones económicas y políticas a ambos lados del espectro: desde la necesidad de fuertes inversiones iniciales en España hasta la búsqueda de nuevas fórmulas fiscales en Reino Unido para compensar la pérdida de ingresos.
Seat considera insuficiente el Perte y urge a invertir “ahora”
Wayne Griffiths, consejero delegado de Seat, ha lanzado una clara advertencia sobre la transición en España: las ayudas actuales no bastan. Durante un desayuno organizado por la confederación española de directivos y ejecutivos (Cede), Griffiths calificó de insuficientes los 397 millones de euros asignados a su firma a través del Perte del vehículo eléctrico. “Estoy un poco sorprendido”, admitió, subrayando que la compañía negocia activamente con el Gobierno para encontrar otras fórmulas de financiación.
El CEO de Seat insistió en que el momento de actuar es ahora. “Se puede salir a ganar con el coche eléctrico, somos capaces”, afirmó, pero advirtió que “no hay plan B”. Griffiths reclamó un mayor esfuerzo inversor tanto al Gobierno central como a las autonomías para electrificar la industria y, a la vez, ayudar a familias y empresas a adquirir estos vehículos. “Si España no se apunta ahora, lo harán otros países”, sentenció.
El reto de 2025 y el retraso en las ventas
El Grupo Volkswagen y Seat tienen prevista una inversión de 10.000 millones de euros para desarrollar y fabricar coches eléctricos en España, un plan para el que demandan un mayor esfuerzo público. La urgencia es máxima, ya que la fábrica de Seat planea dedicarse al cien por cien al vehículo eléctrico en 2025. “Esto es pasado mañana”, advirtió Griffiths, pidiendo a las autoridades “lanzarse a la piscina ahora”.
Griffiths también se mostró crítico con el ritmo de adopción en el país, señalando que España está a la cola de Europa en ventas de eléctricos, algo que calificó de “vergüenza”. Mientras en España apenas un 10% de los vehículos vendidos son eléctricos puros, en Portugal, sin un tejido industrial comparable, la cifra alcanza el 20%.
La vía de los incentivos “pragmáticos”
Para revertir la situación, Seat ha propuesto al Gobierno una serie de “programas pragmáticos”. El directivo reclamó “incentivos permanentes y que no sean tan complicados” de conseguir, en alusión a la complejidad de los planes Moves. La compañía ha enviado cartas a diferentes ministerios con propuestas fiscales para familias y coches de empresa.
El objetivo, según Griffiths, es la “democratización del vehículo”, logrando que un coche eléctrico pequeño, de ciudad, ronde los 20.000 euros. Sin embargo, reconoció que otro problema pendiente es la infraestructura: “¿Cuántos puntos de recarga habrá en mi pueblo o en mi ciudad en los próximos años?”.
Reino Unido afronta el agujero fiscal de la electrificación
Mientras España debate cómo incentivar la compra, Reino Unido ya se enfrenta a la consecuencia fiscal de una adopción más avanzada. La Hacienda británica (Treasury), bajo la dirección de Rachel Reeves, prepara un nuevo impuesto de pago por milla para propietarios de vehículos eléctricos e híbridos, según un informe de The Telegraph.
El plan, que se anunciaría en los próximos Presupuestos Generales el 26 de noviembre, busca compensar la drástica caída en la recaudación del impuesto sobre carburantes, que actualmente genera 25.000 millones de libras anuales. Las proyecciones estiman que la transición al eléctrico podría generar un agujero de 12.000 millones de libras anuales para 2040.
Un “impuesto de circulación+” de 3 peniques por milla
La propuesta, que entraría en vigor en 2028 tras un periodo de consulta, fijaría una tasa de unos 3 peniques por milla. Para un conductor medio de vehículo eléctrico (8.900 millas anuales), esto supondría un coste de unas 279 libras al año. El Gobierno defiende la medida como una cuestión de “justicia”, argumentando que los conductores de combustión pagan unos 600 libras anuales en impuestos de carburante, mientras que los eléctricos, aunque no pagan ese impuesto, sí utilizan la infraestructura viaria.
El sistema se integraría en el proceso anual del impuesto de circulación (VED), en un modelo conocido internamente como “VED+”. Los conductores estimarían su kilometraje para el año siguiente, pagando la tasa por adelantado. Si conducen menos, el saldo se transferiría; si exceden la estimación, deberían abonar la diferencia. Los híbridos pagarían una tasa reducida.
El debate político y el equilibrio presupuestario
La Hacienda británica subraya que no será un sistema de “espionaje” o seguimiento masivo en tiempo real, sino que se basará en las estimaciones y ajustes anuales, aunque plantea dudas sobre la futura verificación (posibles lecturas del cuentakilómetros). La medida es necesaria dado el rápido cambio del mercado: las matriculaciones de eléctricos puros han subido casi un 29% este año en Reino Unido, mientras las de gasolina y diésel caen.
Para 2028, se esperan seis millones de coches eléctricos en las carreteras británicas, y el nuevo gravamen podría recaudar 1.800 millones de libras para 2031. Sin embargo, la oposición ya ha criticado el plan, acusando al Gobierno laborista de “castigar” a los conductores y empresas. El dilema es claro: cómo fomentar los objetivos de cero emisiones, que prometían menores costes de uso, sin desequilibrar las finanzas públicas.